El estudio analiza las razones de tipo cultural, social y pedagógico consideradas para introducir, en la escuela chilena, el principio de autonomía curricular y un modelo colaborativo, interactivo y situacional de producción de planes y programas. Se destaca el papel que, en el nuevo sistema curricular, desempeñan los Objetivos Fundamentales y Contenidos Mínimos nacionalmente obligatorios, y las relaciones que el mismo tiene con las políticas públicas de descentralización educativa y de mejoramiento de la calidad y equidad de la enseñanza que se encuentran en desarrollo. La necesidad y alcances de la educación en valores se la presenta, de una parte, como imperativo ético de la base antropológica y ética de la calidad de enseñanza que la renovación curricular promueve; y, de otra, como expresión de necesidades propias de una sociedad pluralista de democrática, que asume los desafíos del crecimiento con equidad, del desarrollo sustentable y de la construcción de la ciudadanía moderna. En este contexto, los Objetivos Fundamentales Transversales, soportes de la Educación actitudinal y valórica, se describen en sus relaciones tanto con la racionalidad instrumental como con la razonabilidad valórica. Cierra el estudio un apéndice, que ejemplifica la preocupación que históricamente ha tenido el Estado chileno por la Educación en Valores.