La participación social en el sistema educativo constituye una dimensión de la democracia social. La naturaleza misma de la educación escolar demanda de la participación de todos los sectores implicados para lograr sus metas, lo cual no se consigue con exclusivas dosis de voluntarismo, sino que requiere de información y de organización institucional para hacerla efectiva. Los Consejos Escolares son los órganos creados al efecto. La participación se vincula a la calidad de la educación escolar en tanto interviene en los elementos básicos de dicha calidad: planificación, actuación eficaz y evaluación. Ciertamente, el papel que corresponden a los diversos sectores no es el mismo, de modo que será preciso delimitar la intervención de unos y otros, preservando tanto la profesionalidad del profesorado, como la responsabilidad de las familias, la implicación necesaria de los alumnos en el proceso y la gestión legal y administrativa de las autoridades públicas. La participación se vincula también con la descentralización, que permite acercar la educación a las realidades de cada contexto social y grupo de alumnos. Aunque la demanda de participación social en el sistema educativo debe vencer dificultades, fruto de la falta de tradición en algunos casos y de la presión ideológica neoliberal en otros, es preciso avanzar en su generalización, para lograr hacer de la educación escolar una actividad coherente y coordinada frente a los modelos distorsionantes que a menudo se encuentran fuera de la escuela.